lunes, 13 de mayo de 2013

Mis malas costumbres

Desde que soy pequeño, en parte por mi personalidad, en parte por la manera en que me han educado, he pasado obsesionado por con dos cosas. El ideal de perfección me atormenta, tengo que ser el amigo perfecto, el hijo perfecto, el hermano perfecto, el empleado perfecto, el novio perfecto, el líder perfecto. Cuesta mucho aceptar que es imposible ser perfecto, que es natural cometer errores, es normal equivocarse y tener imperfecciones, cuesta tanto aceptar eso que aunque quiero hacerlo, no lo logro. 

Intentar ser perfecto solo logra que viva encerrado en mis errores, desesperándome porque no sé cómo mejorar, no sé cómo puedo alcanzar esa perfección que tanto busco, una perfección que ni siquiera tengo del todo claro de cómo debe ser y de qué manera se debe manifestar, porque simplemente no existe una norma que diga cómo se es perfecto.

Por otro lado, y de cierta manera relacionada, está una maldita costumbre que he cogido en la vida, ser siempre el que encuentra la solución, tanto a mis problemas como a los problemas de otras personas. Me cuesta mucho que el mundo no funcione de una manera fluida, basándome tanto en mis vivencias y conocimiento, como en mis estereotipos y prejuicios.

Existen muchísimas maneras de solucionar los problemas, y hay problemas que no deben ser solucionados, deben simplemente quedarse donde está, en silencio. Hay problemas que al solucionarlos solo crean nuevos y más complicados problemas, y hay momentos en que uno cree que soluciona las cosas y solo las embarra de peor manera.

Ser perfecto para todos y solucionar todo siempre, dos cosas que busco de manera insaciable y sin concientizar que son malas costumbres que lo único que hacen es irrumpir con la paz interior que tanto digo buscar y por la cual he sido conocido.

Y bueno, ¿cuál es punto de todo este texto? Simple, empezar a cambiar esas malas costumbre que tengo dentro, para dejar de torturarme y dejar de torturar a la gente que amo y realmente me importa. Sé que no va a ser fácil, y que no lo voy a lograr de un día para el otro, pero sé que decir “voy a hacerlo” es un buen inicio.

Proponerme a mí mismo cambiar y mejorar, no implica que ya no voy a preocuparme por nada y me voy a volver un conformista de la realidad, que voy a cruzarme de brazos cuando sé que existe un problema y que voy a dar la espalda a mis errores, solo quiere decir que voy a aprender a decidir que errores realmente debo trabajar y en que problemas realmente es necesario que yo interfiera y encuentre la solución.

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